Reflexiones (tardías) sobre el Estéreo Picnic 2024: Tercera Parte

Verito Asprilla en el Festival Estéreo Picnic 2024
Capital
Música
Vie, 05/04/2024 - 10:49

En el Estéreo Picnic se presentaron cerca de 40 artistas nacionales, muchos ubicados en los primeros horarios de cada día, lo que hizo difícil ver a varios. Aún así, sus conciertos siguen siendo un espacio para asomarse a escenas que están a nuestro alcance durante todo el año.


Con la piratería, la llegada de YouTube y, posteriormente, de las plataformas de streaming, MTV tuvo las horas contadas. La música dejó se ser el centro de su programación. De repente el público fue bombardeado por Teen Mom, The Hills, The Real World, Next y un largo etcétera. El consumo masivo de música se había desplazado.

 

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En el tercer trimestre de 2023, Spotify superó los 573 millones de usuarios, por lo que sigue siendo la plataforma líder. Pese a este inmenso número, en el más reciente informe de Chartmetric, que reúne y analiza la big data de la industria musical en el mundo, ya se habla de un exceso de contenido musical, de una sobresaturación en los servicios de streaming. Solo en 2023 se publicaron más de 7,6 millones de pistas en Spotify; se necesitarían 42 años para que alguien las oiga. Y si se quiere escuchar todo el catálogo de la plataforma se requerían 872 años.

En este inmenso océano, el artista independiente la tiene difícil. Y si el artista es latino y no acude al dembow, la tiene aún más difícil. En este sentido, las calles siguen siendo la mejor manera de sorprenderse con una oferta muy variada -y Bogotá sí que la tiene-. En el Estéreo Picnic se presentaron cerca de cuarenta artistas nacionales, muchos ubicados en los primeros horarios de cada día, lo que hizo difícil ver a varios. Aún así, sus conciertos siguen siendo un espacio para asomarse a escenas que están a nuestro alcance durante todo el año. Algunos ejemplos.

La bogotana Anamaria Oramas, que abrió el viernes la tarima tres, es una representante de una rica escena de jazz que tiene lugar en Bogotá. Entrelazando este sonido con las músicas tradicionales colombianas, con su concierto, nos abrió la puerta a un robusto catálogo que han nutrido personajes de la escena como Jorge Sepúlveda, Santiago Botero, María Angélica Valencia, Ricardo Gallo o Esther Rojas, por nombrar algunos. Vale la pena acercarse a la pluma juiciosa de periodistas como Luis Daniel Vega, que lo han sabido contar y recopilar a lo largo de estos años.

En el escenario cuatro, Mala Bengala fue un ejemplo de la constancia de una banda que ha sabido mutar y adaptarse a los cambios en su formación. Con una mezcla de synthpop, tintes nostálgicos de los 80 y los 90 que agarran elementos del new wave y el space rock, y unas pinceladas progresivas, la agrupación se mostró con un sonido propio desde el cual le cantan a temas como la esperanza, la salud mental, el insomnio y la vida vista como un sueño. Cabe aquí mencionar también a Matar Fuma que en el escenario tres logró acoplar su flexibilidad sonora a un formato de cantautor que se ancla claramente en una herencia que ha gozado de muy buenos momentos en la capital, pero con nuevos aires que no lo dejan sonar detenido en el tiempo. Su música, su ropa, su puesta en escena, sobria y suficiente, mostraron la asertividad de este proyecto.

En la electrónica encontramos a Verraco, que bajo el lema de que bailar es política, no solo ha puesto en su discurso las libertades personales sino también la reivindicación regional. Si en los 80, en Chicago o Nueva York, la electrónica tuvo una faceta más queer y configuró espacios seguros para una población amenazada; o en Detroit el techno fue una forma de escape a la depresión económica; o en Berlín jugó un papel central con la caída del muro, Verraco piensa su sonido desde el Valle de Aburrá. El viernes, el escenario cuatro fue un lugar de resistencia, de perreo futurista y del bastardismo como bandera enarbolada en la pista de baile.

 

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O está el caso de Verito Asprilla, la artista de Tumaco que dio sus primeros pasos en Corazón de Arrullo, un grupo de música raizal tradicional donde tuvo como maestra Nurys, La Negra Ardiente. El Domingo, en el escenario tres, dio refugio en un Mundo lila, que desde niña la hizo sentir a salvo y que busca compartir para que las mujeres brillen en él.

Cabe resaltar también una apuesta que el Estéreo Picnic ha mantenido en sus últimas ediciones. Con Laurél, Laura Pérez o Mariscos, el festival siguió alimentando una línea de cantautoras que goza de un muy buen momento en el país. El año pasado estuvieron Ev, Ana María Vahos, Pilar Cabrera y Lalo Cortés. En 2022, Las Añez, Bella Álvarez y Lucille Dupin. Son proyectos de un amplio abanico sonoro y discursivo que ya se han abierto su espacio en la escena –junto a muchas otras artistas–, desde donde se tejen además relatos que se escapan a las miradas que han preponderado en la industria musical.  

 

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El negocio del streaming de música está cambiando. El costo de mantenimiento ha aumentado de 35 millones de dólares en 2019 a más de 130 millones en 2022. Spotify ha puesto nuevas reglas en el juego: los artistas deben haber alcanzado al menos mil reproducciones en los 12 meses anteriores para poder generar regalías. Luminate, una plataforma que revela tendencias, comportamientos e información sobre cine, televisión y música, señaló que con corte a  2023, 158,6 millones de pistas recibieron mil o menos reproducciones. Según Charmetric, alrededor del 81% de los artistas en Spotify tenían menos de 1.000 oyentes mensuales el año pasado. Deezer, también va a tener un umbral mínimo de oyentes únicos, que se ha fijado en 500 por mes.

De los artistas añadidos a Chartmetric en 2023, el 99,9% terminó el año en las categorías de “No descubierto” y “en desarrollo”, mientras que el 0,1% restante fue etiquetado como “Nivel medio”, “Mainstream” o “Superstar”. Además, solo el 0,05% de todos los artistas “No descubiertos” lograron llegar a “Nivel medio” o más arriba, mientras que la mayoría, el 87,6%, permanecieron en la misma categoría. Solo el 12,3% pasó a “En desarrollo”. 

 

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Claro, se está dejando de lado el papel en el consumo musical de las redes sociales como TikTok, Instagram y YouTube –el mayor crecimiento se produjo por Instagram–, pero definitivamente no es un escenario fácil y la música en vivo, ir al concierto y pagar la boleta, se convierte en la retribución y el aporte más directo a proyectos que se mueven en andamiaje aún débil en el país. El trabajo de Volcán, de BUHA 2030, Oblivion's Mighty Trash, Ruzto, El Kalvo, entre tantos otros que llegaron al Estéreo Picnic, nos está dando caminos y relatos sonoros diferentes, abriéndonos rutas paralelas a una carretera que en su amplitud, por momentos, parece llevarnos rápidamente a la fórmula y la homogeneidad.  

 

 

Por: Juan Pablo Conto Jurado

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