Radiografía del hambre en Bogotá: una de cada tres familias no puede comer tres veces al día según Veeduría Distrital
Colombia es reconocido en Latinoamérica por ser un país multidiverso en pisos térmicos, ecosistemas y climas: gracias al frío y al calor, sus combinaciones y variantes, es posible cultivar todo tipo de frutas y alimentos de la cadena primaria de producción.
La vegetación, las zonas de siembra y otros espacios hacen que se produzcan grandes cantidades de alimento tanto para el interior del país como para la exportación.
Bajo esas condiciones, la situación del hambre en Bogotá sigue siendo alarmante: según la Veeduría, una de cada tres familias no puede garantizar las tres comidas diarias. Hay personas que se sostienen con apenas una comida al día y otras que incluso pueden pasar de largo sin probar bocado por más de veinticuatro horas.
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¿Qué está pasando con el hambre en la ciudad?
De entrada se conoce una cifra alarmante y contundente (pero necesaria para llamar la atención sobre esta problemática): la Veeduría indica que más de 4 mil menores en Bogotá, de cero a ocho años, sufren de desnutrición aguda. Las niñas y los niños padecen de hambre en momentos cruciales de desarrollo y crecimiento.
La Veeduría Distrital le ha hecho seguimiento al tema. Hay tres localidades donde el panorama es más crítico: Bosa, Engativá y Suba.
A esto se suma que el 34 % de los hogares de la ciudad no comen tres veces al día. Según la entidad, hay tres razones principales por las cuales las familias no adquieren los alimentos: falta de dinero (48 %), aumento en los costos de diversos productos (29 %) y reducción de los ingresos (23 %).
En las tres localidades mencionadas con anterioridad, las familias que no comen tres veces al día suelen destinar 600 mil pesos o menos en la adquisición de alimentos. Por más que el Índice de Precio al Consumidor (IPC) se haya reducido entre enero y marzo en 1,83 puntos porcentuales, esos 600 mil siguen siendo muy poco para establecer una canasta familiar: representa el 53 % del salario mínimo.
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Las variables mencionadas tienen un denominador común: el dinero para adquirir los bienes y los servicios. La ausencia de un ingreso fijo suele derivar en incertidumbre respecto a las condiciones de vida (que al mismo tiempo se suma a la probabilidad de comer, o no, las tres veces recomendadas al día) porque todo depende del flujo diario de trabajo: la bonanza de un día perfectamente puede convertirse en la escasez del siguiente.
AHORA conversó con José, un reciclador quien, por medio del rebusque, hace esfuerzos para sostener a su familia y brindarles por lo menos los tres alimentos diarios. Pero, como él mismo contó, la posibilidad de comer depende de la cantidad de trabajo que pueda haber en el transcurso de una jornada.
“Me toca reciclar para subsistir, para comer, para pagar pieza (…) He pasado días en los que no he probado ni un bocado. Toca buscar a veces en la basura, porque tengo a mi niña y a mi esposa, para pagar la dormida. Me ha tocado dormir hasta en la calle. Hemos tenido varias situaciones”, indicó el señor José, un reciclador quien a diario enfrenta la posibilidad de levantarse y acostarse sin que su hija, él o su pareja prueben algo de comer.
Lo que señaló José responde también a otra cifra a tener en cuenta. La Veeduría Distrital informó que el 49 % de los hogares en la ciudad tienen una única fuente de ingreso. Esta situación se asocia, justamente, con una de las razones del hambre en Bogotá: la reducción de ingresos. En caso de que esa fuente exclusiva no tenga trabajo, o por una u otra razón no produzca durante una jornada, ¿qué pasa con los alimentos sobre la mesa?
¿Cómo reducir el hambre en Bogotá?
Desde el Congreso, el Concejo de Bogotá, entidades y fundaciones hay diversas acciones para combatir el hambre: donaciones, recaudación, comedores comunitarios y otros espacios con los cuales brindarles comida a quienes más la necesitan.
“Se van a entregar 77 millones de raciones durante estos cuatro años”, señaló Andrés Barrios, Concejal del Centro Democrático. Por su lado, el concejal Emel Rojas habló de un enfoque de apoyo con el fin de evitar el desperdicio de alimentos.
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Otra entidad que nació para combatir el hambre es el Banco de Alimentos de Bogotá, destinada al recibimiento de donaciones y distribución de comida para las personas más vulnerables.
La Veeduría Distrital sigue comprendiendo el fenómeno del hambre en la ciudad y para ello desea conocer el tema desde la voz de la ciudadanía. Con esto será posible diseñar estrategias mucho más completas para combatir esta problemática.
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