El fast fashion y la explotación infantil: una verdad que no se puede esconder
¿Te has preguntado de dónde viene la ropa que usas a diario? Las prendas que compras en algunos almacenes pueden tener detrás la historia de niñxs explotados laboralmente. Te vamos a contar más sobre el Fast Fashion.
Seguramente has escuchado hablar del fast fashion, una práctica que se traduce literalmente como “moda rápida” y que hace referencia a la “necesidad” que tenemos muchas veces de comprar ropa nueva en determinadas tiendas y muy seguido todo por seguir las tendencias de la moda, la publicidad y lo que imponen las redes sociales.
De entrada es una industria que evidencia muchas banderas rojas, pero ahí no termina. Según información de la Universidad Autónoma de México UNAM, para hacer un pantalón se necesitan más de 7.000 litros de agua, y para una camiseta más de 2.000 litros.
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Pero no solo eso, una prenda de vestir puede llegar a tardar 500 años en degradarse por completo, y de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, quemar un kilo de ropa genera 1.36 kilos de dióxido de carbono, siendo más contaminante que el carbón o gas natural.
A esto se suma que la alta producción de ropa, de muy baja calidad, ha hecho que las cantidades que se desechan también sea descomunal, lo peor es que todas estas prendas van a parar a lugares que ya se han convertido en islas de basura, como la que se encuentra en el Desierto de Atacama en Chile.
Es muy triste ver esta imagen porque Atacama es un lugar tan impresionante que se asemeja a la superficie de Marte, tanto que la NASA ha realizado pruebas de sus vehículos planetarios en esta zona. Sin embargo, actualmente se está convirtiendo en un cementerio de ropa.
Sumado a todo el daño ambiental que el fast fashion está ocasionando, existe otra problemática que afecta a millones de niñxs y adolescentes: la explotación infantil por la desaforada producción.
Fast fashion y explotación infantil
Para hablar de este tema queremos proponerte que vayas a tu closet y revises las etiquetas de tu ropa, y mira con atención en donde fueron hechas. Quizá varias tendrán países como Bangladesh, India y Pakistán. Esto no es coincidencia, una investigación hecha por la Universidad EAFIT revela que el continente asiático es el principal exportador de moda rápida a nivel mundial, con alrededor de 63,7 %; China aporta el 36,36 % e India el 3,14 % del total. Pero, ¿sabes qué ocurre dentro de esta industria?
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha identificado que quienes trabajan en estas empresas, trabajan más horas de las legalmente establecidas sin pagos extras, prestaciones sociales, días libres ni vacaciones.
Agregan que: “Los químicos y las sustancias que deben manejar los trabajadores representan un riesgo significativo para su salud, teniendo en cuenta que no cuentan con capacitación suficiente para su correcta manipulación. De igual manera, frecuentemente se presentan accidentes laborales debido a las pobres condiciones de seguridad en el manejo de las maquinarias”.
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Y aunque podríamos pensar que este panorama solo afecta a la gente adulta, no es así, pues la industria de la moda rápida es una de las que más emplea a chicxs. Por ejemplo, en Asia se encuentran 122 millones de empleadxs entre los cinco y catorce años, haciendo labores desde lo relacionado con los cultivos de algodón hasta la fabricación de la ropa, siguiendo el informe de la Universidad EAFIT.
Narseen Sheikh: una sobreviviente del trabajo infantil textil
Narseen Sheikh es una chica de Rajura, India, quien a sus 10 años empezó a trabajar. Según El País de España, uno de los medios que contó su historia, Narseen inició en una fábrica textil clandestina en Katmandú, la capital de Nepal, donde dormía, comía y trabajaba en una misma habitación. Ella reveló que le sangraban los dedos y aún así la obligaban a seguir trabajando por menos de dos dólares la jornada, es decir, poco menos de $8.000 pesos colombianos.
A raíz de todo lo que ella vivió decidió fundar Empowement Colective, una organización que trabaja para que deje de existir la explotación laboral en Nepal e India. Además, hace parte de la campaña Good clothes, Fair Pay, que busca promover leyes que regulen y obliguen a las fábricas para que la ropa que sea enviada a otros países para comercializar, tenga certificaciones que garanticen que no tienen prácticas de explotación laboral e infantil.
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¿Qué pasa con el trabajo infantil en Colombia?
Nuestro país no es ajeno a prácticas en las que lxs chicxs se ven forzados a trabajar. El DANE informó que para finales de 2022, 369.000 mil menores de edad, entre los 5 y los 17 años, ejercen algún tipo de trabajo infantil. 257.000 del total eran chicos y 113.000 chicas. Muchos de ellxs hacen parte de actividades informales como las ventas ambulantes, también suelen trabajar en establecimientos comerciales.
En la información brindada por el DANE se expone que un 37,1% de lxs menores que trabajan lo hacen para tener su propio dinero, el 33,3% porque debe participar en la actividad económica de la familia y un 15,7% acude a esto para ayudar con los gastos de la casa o para costearse los estudios.
Hay que recordar que en nuestro país, el trabajo infantil está permitido bajo ciertas condiciones. El ICBF establece que lxs menores de 15 años pueden trabajar con la autorización de sus padres y control de la inspección de trabajo, siempre y cuando se encuentren matriculados en un programa escolar, que las actividades remuneradas estén relacionadas con lo artístico, cultural, recreativo y deportivo, y solo podrán dedicarle 14 horas a la semana.
Por otra parte, lxs chicxs mayores de 15 años, autorizados a trabajar tienen derecho a la formación y especialización que les permita ejercer libremente una ocupación, arte, oficio o profesión y a recibirla durante el ejercicio de su actividad laboral.
Asimismo, el Código de Infancia y Adolescencia en su artículo 35, reglamenta que a lxs chicxs con permiso para trabajar y contrato laboral también se les debe garantizar un salario digno, prestaciones sociales, vacaciones, etc, es decir todas las protecciones laborales que cualquier empleado adulto tiene. Aunque esto es una ley, no siempre se cumple.
¿Cuál es nuestra misión?
La explotación laboral infantil le quita muchas oportunidades a lxs chicxs, por ejemplo, dejan de asistir a la escuela, pero también pierden la posibilidad de vivir su infancia; de jugar, tener amigxs y tener preocupaciones y obligaciones que no les corresponden.
Lxs derechos no siempre son lxs mismxs para todxs, y aunque los gobiernos son los encargados de velar por que éstos se cumplan y también por el bienestar de lxs niñxs y adolescentes, nosotrxs podemos sumarnos reconociendo estas realidades e identificando que detrás de actividades cotidianas, como la compra de ropa por moda o tendencia, estamos promoviendo un fantasma del que muy poco se habla: la esclavitud infantil.