Reflexiones (tardías) sobre el Estéreo Picnic 2024
El Festival Estéreo Picnic nos transportó a los 80 y 90 con bandas como Limp Bizkit, The Offspring y Blink 182. Los y las asistentes respondieron al llamado de la diversión.
En la primera imagen de la transmisión vemos la parte baja de un cohete mientras una voz hace el conteo regresivo. Treinta segundos. Veinticinco segundos. Veinte segundos. Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro… Los motores se encienden y cubren de toda la pantalla. Sigue un collage de imágenes del alunizaje del Apolo 11 de 1969, pero junto al astronauta, en lugar de la bandera de EE.UU, vemos una M con una T y una V superpuestas. A los pocos segundos, suena "Video Killed the Radio Star", de The Buggles. Es primero de agosto de 1981, es la primera transmisión de MTV Music Television. A la banda le quedaban unos dos años de vida, al canal un par de décadas más como epicentro de la cultura pop. Luego, la misma velocidad de los cambios tecnológicos que en un momento lo impulsaron, lo llevaron a un segundo plano.
MTV sirvió como la fuente musical de muchos y fue el hábitat natural de tres bandas icónicas que se presentaron en el Estéreo Picnic. Desde la segunda mitad de los 90 y principios de los dosmiles, los videos de Limp Bizkit, The Offspring y Blink 182 se encontraban diariamente en el top 10 del canal.
El jueves 21 de marzo Fred Durst, con chaqueta fluorescente amarilla, gafas oscuras y una espesa barba blanca, pisó el escenario dos. Dentro de su repertorio tocó clásicos como “Break Stuff, “Rollin' (Air Raid Vehicle)”, “Take a Look Around” o un cover de “Faith”, original George Michael. Varios medios de comunicación ya lo han escrito. La banda de Nu Metal, nacida en Florida, Estados Unidos, transformó ese jingle optimista y romántico del artista británico en una canción para darse puños en un pogo. Michael la odió, Durst dijo que simplemente buscaba divertirse y un montón de adolescentes alrededor del mundo respondieron el llamado a la juerga. De cierta manera esto resume el fenómeno Limp Bizkit.
Con The Offspring, que se presentó el domingo 24 en el escenario principal, sucedió algo similar. Nacidos en 1984 bajo el nombre de Manic Subsidal, la banda liderada por Dexter Holland es un símbolo del resurgimiento del punk en el mainstream en los 90, junto a agrupaciones de la escena californiana como Bad Religion, Rancid y NOFX. Varios de sus fans rechazaron su llegada a MTV, cosa que a Holland poco le importó. Dijo, en su momento, que no le interesaban esas personas que querían el punk como algo reservado y privado, incapaces de disfrutar cuando por cosas de la vida su acto se puso de moda. “Come Out and Play”, “Staring at the Sun”, un cover de “Blitzkrieg Bop” de los Ramones, “Why Don't You Get a Job?” y “The Kids Aren't Alright” fueron coreadas al punto que el vocalista decía no poderse escuchar con claridad.
Un poco más de una hora después de la presentación de The Offspring, en el mismo escenario, tocó Blink 182. El show de Tom, Mark y Travis fue un performance apegado a ese carácter adolescente gringo con el que conquistaron el mundo. Pese a que sus integrantes han sido golpeados por la depresión, por el cáncer y hasta uno sobrevivió a un accidente de avión -como lo narran en su canción “One More Time”-, se mantuvieron en su repertorio de chistes escatológicos, de burlas a sus mamás y de comentarios hipersexualizados. Una bocanada de aire, compuesta por partículas de nostalgia, para un público que creció con ellos, pero que cada vez está más lejos de la frustración adolescente y cada vez más inmerso en el desencanto de la adultez. Con “Wendy Clear” “Stay Together for the Kids”, “What's My Age Again?”, “All the Small Things” o “Dammit”, Blink le dio al Simón Bolívar, a las calles aledañas del parque que se llenaron de gente que no pudo entrar y quizá también en las casas donde vieron la transmisión, la oportunidad de liberarse entre los saltos y el pogo en un presente que ya no es ilusión.
Aquí un asterisco, no menor. En la segunda mitad de los noventa y principios de los dosmiles, bastaba espichar el control del televisor una o dos veces para pasar de MTV a HTV. Con sede en Miami, este canal fue la respuesta por donde la música latina pudo exhibir su expresión visual. Hija del Caribe, del diálogo antillano y de los sonidos que llegaban de EEUU, nos encontrábamos en su ranking a la agrupación Proyecto Uno. Si bien Wilfredo Vargas ya le había metido rap al merengue, esta banda dominicana terminó de entrelazar el hip hop y el ritmo de su isla para convertirse en indiscutible protagonista de las discotecas. El viernes, el escenario tres se quedó pequeño. No importó que el sonido se oyera encocado desde varios lugares, pues no es una nostalgia en alta definición. Con “Latinos”, “25 horas al día” o “El tiburón” se reconstruyó un pasado que siempre ha tenido la música latina presente. Así la remera fuera de Blink 182 o sobre la cabeza estuviera la cachucha roja de los Yankees puesta hacia atrás, muchos espicharon el botón del control ese par de veces. Muchos de los que se reunieron a dar vueltas esa noche.
En el punk rock de Blink 182 claramente no está la carga política de The Clash o la rabia de los Sex Pistols. The Offspring quizá no tenga la misma desgarbada contundencia de los Ramones. Alguna vez un integrante de Rage Against the Machine se disculpó por haber inspirado el nacimiento de una banda como Limp Bizkit. Es probable que “El grillero” de Proyecto Uno hoy desentone con varias reflexiones alrededor de esa hombría virulenta, pero a la hora de mandar un show qué bien lo hacen. Al pararse en una tarima defienden su acto con holgura -envidiable para varias propuestas contemporáneas-. Hay que confiar en la capacidad del discernimiento y seguir respondiendo al llamado de la diversión.
Por: Juan Pablo Conto Jurado
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