Preguntas que no me dejan dormir: ¿por qué no podemos tomar agua lluvia?

En diferentes épocas del año la lluvia acompaña el día a día de los bogotanos y, en medio de tantos días nublados y de racionamiento, hay una pregunta que quizá flota en el aire: ¿por qué no podemos tomar agua lluvia? Nos dimos a la tarea de averiguarlo.
Cuando pensamos en el agua de lluvia, podría parecer que es una fuente natural y limpia. Después de todo, proviene de la evaporación del agua en ríos, lagos y océanos. Sin embargo, aunque suene puro en teoría, en la práctica no siempre es seguro para el consumo humano.
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Según un estudio de la Universidad de Estocolmo y la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, sustancias químicas como perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), fabricadas por el hombre, se propagan globalmente en la atmósfera y, como resultado, se pueden encontrar en el aire y agua de lluvia, incluso en los lugares más remotos de la Tierra.
Esta investigación también explica que estas sustancias se propagan y son absorbidas por las nubes y quedan alojadas en las gotas que luego caen con la lluvia.
Por otro lado, a medida que cae el agua de lluvia puede atrapar contaminantes como polvo, hollín, metales pesados y sustancias químicas provenientes de la polución industrial y los gases de los diferentes medios de transporte.

Del mismo modo, la presencia de relámpagos durante la lluvia es una señal evidente de la presencia de amoníaco, el cual, al combinarse con la radiación y las condiciones atmosféricas, se transforma en amonio, compuesto químico que puede traer graves consecuencias en la salud.
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Y aunque recolectar agua lluvia es una práctica generalizada, y más en épocas de escasez, la Organización Mundial de la Salud agrega que si se recolecta de techos, canaletas o superficies abiertas, podría estar contaminada con excrementos de aves, insectos, polvo o bacterias y si se almacena en condiciones inadecuadas, puede convertirse en un caldo de cultivo para virus, parásitos y otros microbios.
Así que tomar agua lluvia puede ser peligroso, porque los PFAS representan un riesgo tanto para la salud como para el medio ambiente. Además, se ha demostrado su relación directa con afecciones graves como el cáncer, trastornos del aprendizaje y la conducta en niños, infertilidad, niveles elevados de colesterol, problemas en el sistema inmunológico y complicaciones durante el embarazo.