Miguel Díaz-Canel es el nuevo presidente de Cuba

Miguel Díaz-Canel
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Jue, 19/04/2018 - 03:50
Un año después del triunfo de la Revolución Cubana de 1959, nació en Villa Clara el hombre llamado por la historia para continuar el legado de Fidel y Raúl Castro: Miguel Díaz-Canel. Este hijo de una maestra y un obrero de una planta mecánica, tenía tan solo dos años cuando sucedió la crisis de los misiles (1962) y siete cuando el Ché Guevara fue asesinado en una escuela de La Higuera, en Bolivia, en 1967. Se hizo ingeniero electrónico en 1982 e ingresó a las Fuerzas Armadas donde prestó su servicio militar hasta 1985. Al finalizar se convirtió en docente destacado en la Universidad Central de Las Villas y empezó a ser un cuadro profesional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en su ciudad natal. En 1987 viajó a Nicaragua para cumplir con misiones internacionalistas hasta 1989, un año antes de que los sandinistas perdieran el poder. El propio Fidel le habría aconsejado a Daniel Ortega que no convocara elecciones. Al regresar a la isla se convirtió en dirigente de la UJC en Villa Clara, organización juvenil de la que llegó a ser miembro del Comité Nacional. En 1991, año en que se resquebrajaba la Unión Soviética, Díaz-Canel ingresaba al Comité Central del Partido Comunista de Cuba y en 1993 sería designado para ser el segundo secretario del Comité Nacional de la UJC. Su carrera en la política apenas comenzaba cuando el país atravesaba el “periodo especial”, el momento más duro en la historia de la isla. Cuando la crisis económica, política e ideológica causada por el colapso del campo socialista a principios de los 90 y el bloqueo de los Estados Unidos obligó a la dirigencia cubana a tomar medidas encaminadas a salvar la Revolución del presunto “fin de la historia”. Fue en esa época cuando se le hicieron ciertas concesiones al capital extranjero. En 1994, cuando se detiene el crecimiento negativo de la economía, Díaz-Canel asume como primer secretario del Comité Provincial del partido en Villa Clara, e impulsa importantes reformas culturales, entre las que se destaca la apertura (en Santa Clara) y apoyo al primer centro cultural en ofrecer shows de travestismo en Cuba. En 2003, un año después del fallido golpe de Estado al presidente Hugo Chávez en Venezuela, es nombrado primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), en Holguín, y propuesto por el mismo Raúl Castro para pertenecer al buró político del partido. Entre 2009 y 2012 tendría la oportunidad de desempeñarse como ministro de Educación Superior. Luego reemplazaría al Héroe de la República José Ramón Fernández como vicepresidente del Consejo de Ministros en las áreas de educación, ciencia, cultura y deporte. En 2013 relevaría a otro líder histórico. Esta vez ocupando el cargo de primer vicepresidente de los Consejos de Estado y Ministros de Cuba, que ocupaba José Ramón Machado Ventura, otro Héroe de la República, que cedió su lugar para fomentar la llegada al poder de la nueva generación. En el discurso de clausura de la sesión constitutiva de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (2013), antes de decir que “el compañero Díaz-Canel no es un advenedizo ni un improvisado”, Raul Castro se refería a la transición: “Consideramos que en las circunstancias que vive el país y se ha visto obligado a desenvolverse durante más de medio siglo de Revolución, debe garantizarse en la cúspide del poder estatal y gubernamental la unidad ejecutiva frente a cualquier contingencia por la pérdida del máximo dirigente, de manera que se preserve, sin interrupciones de ningún tipo, la continuidad y estabilidad de la nación”. Así es como Miguel Díaz-Canel llegaba a ser el primer dirigente nacido después de la revolución en alcanzar ese cargo, que lo convirtió en el número dos del Gobierno cubano y en el sucesor de Raúl Castro. El 18 de abril de 2018 fue designado como candidato único para la jefatura del Estado.  

Los retos de la transición

“La transición representa un acto de continuidad, consolidación y defensa del proyecto de la Revolución Cubana”, Miguel Díaz-Canel. La transición política en Cuba no comenzará con Miguel Díaz-Canel ocupando la jefatura del Estado. Ya comenzó en 2006 cuando Fidel delegó “provisionalmente” a Raúl para hacerse cargo del gobierno. Los hermanos Castro siempre tuvieron claro que sin un relevo generacional ordenado, lento y dentro de la institucionalidad creada por la Revolución, esta no podrá sobrevivir. Y el nuevo mandatario tendrá que asegurarse de que esto siga siendo así. En los primeros años Díaz-Canel no estará solo al frente de la transición. Raúl, que seguirá siendo el primer secretario del Partido Comunista, conservará el poder real mientras viva y se asegurará que se estén cumpliendo los lineamientos del programa de desarrollo a 2030 definido por el Congreso del Partido para “guiar” a su sucesor. En este sentido, Castro será una gran ayuda a la hora de lidiar con la vieja guardia de generales “históricos” que también ocupan cargos en el Partido y en el gobierno, donde Díaz-Canel tiene buenas relaciones, pero no es carismático ni tiene tanto poder. El nuevo mandatario tendrá que aprovechar su imagen austera, su cercanía con la gente, su firmeza ideológica y pragmatismo, para consolidar las conquistas de la revolución y continuar las reformas económicas, migratorias y políticas iniciadas por Raúl, sin poner el riesgo el modelo socialista de la isla. En ese sentido, ante la apertura parcial de la isla a Internet, el sucesor de Raúl Castro ya ha hecho llamados al diálogo permanente con las nuevas generaciones para “potenciarles la capacidad de discernir las informaciones valiosas y verídicas entre la avalancha propiciada por las nuevas tecnologías”. Además, Díaz-Canel ha reconocido públicamente la necesidad de transformar la prensa de la isla, pero para que siga siendo “fiel a la revolución” y siga ayudando a “construir el socialismo”. Los retos que tendrá que asumir son muchos e irán apareciendo más en la medida en que vaya recorriendo su camino como líder de una isla que, para bien o para mal, es un referente político internacional. Sin embargo, el reto más importante será resistir nuevamente un periodo de gran hostilidad proveniente de los Estados Unidos y su propaganda política. El mismo Díaz-Canel lo dijo públicamente el día de las elecciones: “Tenemos un reto ideológico, un reto que es la lucha contra la hegemonía de valores seudoculturales que se tratan de imponer y debemos enfrentarlo desde nuestras esencias, convicciones y valores desde una plataforma emancipadora. Al reto ideológico se suma el reto económico, el de continuar la actualización de nuestro modelo económico-social”. Y ha hecho énfasis en la necesidad de mantener la fortaleza de los procesos políticos cubanos “sobretodo en un contexto de continuas agresiones y deterioro de las relaciones con los Estados Unidos, producto de una administración que ofende a Cuba y aprueba medidas que perjudican a millones de cubanos y norteamericanos”. En alianza con Anadolu.

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