Bogoshorts 2023: la magia de narrar en corto
En un tiempo reducido, los cortometrajes se convierten en un universo infinito para experimentar en el relato; tal es su paradoja. Sin embargo, no dejan de ser un desafío para los cineastas, quienes deben ser precisos para consolidar una narrativa que, en cada minuto, traduzca las imágenes en emociones.
La escuela del cine en Bogoshorts
La primera vez que el director de cine y guionista Iván Gaona se aventuró a hacer un cortometraje tenía 15 años. En ese momento, ni siquiera sabía que se dedicaría al cine. Fue un corto empírico, se llamó 'Dos ninjas sueltos en Güepsa' y para hacerlo fue suficiente la cámara de mano de un amigo y la gente de ese pueblo de Santander como protagonista.
Así como Iván, muchos, tal vez la mayoría, se acercan al universo del cine, a través de los cortometrajes.
“Es como la lógica natural de la narrativa. A medida que uno va creciendo como contador de historias, se le ocurren historias sencillas, de una trama, y en el músculo de hacer la historia pequeña, uno empieza a entender la dramaturgia y a tener un largo aliento para hacer algo más grande”, explica Gaona.
Parece no haber dudas, los cortometrajes son una escuela para aquellos que se quieren dedicar al séptimo arte. Vanessa Amaya, montajista cinematográfica desde 2014, coincide en ello:
“Mi acercamiento al audiovisual siempre fue a través de los cortometrajes. Desde la universidad, pasé por varios roles en la dirección, producción y edición. Los cortos son una ventana muy importante que te permite aprender muchas cosas en un corto tiempo”.
Eso explicaría por qué, desde 2003 hasta 2020 se hicieron 977 cortometrajes, un poco más del doble de largometrajes (485) que se produjeron en ese mismo periodo, según cifras del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia.
No es solo una cuestión de presupuesto, tiempo o del impulso que dio la Ley del Cine a la producción audiovisual, a través de estímulos tributarios; también se trata de que en los cortos hay una posibilidad para aprender, para experimentar y encontrar un sello en la narración.
Bogoshorts y el reto de hacer cortometrajes
Hacer cortometrajes siempre será un reto. En una película que, como lo establece el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes tiene una duración de 7 a 69 minutos, cada segundo cuenta. Los directores, realizadores y montajistas saben que no hay espacio para vaguedades.
Frank Cantor, fotógrafo audiovisual desde hace unos 15 años, habla del desafío que exige hacer un corto: la síntesis.
“En un proyecto de narración corta, todos los departamentos entran en ese modo de narrar con exactitud, ni más ni menos. Los cortos tienen personajes muy claros que saben de dónde vienen y para dónde van. Las locaciones también son muy importantes porque representan muchas cosas del guion escrito. Es decir, en el corto debe haber una trama clarísima”, explica Cantor.
Desde la escritura del guión hasta el último momento del montaje, la misma historia dicta cuál es el tiempo preciso para sorprender a los espectadores. Cada escena debe tejer una trama que seduzca al público y lo mantenga atrapado. En el equilibrio entre el tiempo y el desarrollo narrativo reside la clave para lograr que las audiencias lleguen al final de la película y que su memoria guarde las imágenes.
Por eso, Vanessa Amaya dice que en el proceso de edición:
“Hay que entrar a analizar qué es lo que está haciendo que tu corto no funcione y qué tienes que quitar. Eso hace que un corto sea difícil. Si es muy corto, tal vez no logras transmitir la idea; si es muy largo, tal vez el espectador se aburra. Hay que encontrar la medida exacta para que tu historia se entienda, que tenga un arco dramático, que genere emociones y mantenga la sorpresa en la narración”.
Aquí puedes ver el video sobre diversas historias nacionales para entender las tendencias de los relatos y personajes.
La clave de un cortometraje: las emociones
Conmover, alegrar, entristecer, angustiar: el cine orbita en torno a las emociones porque sin ellas las imágenes carecen de sentido. Es uno de sus grandes desafíos, sobre todo cuando se trata de narrar en corto para un mundo que parece vivir cautivado por lo comercial.
Desde su experiencia en la fotografía, Cantor destaca que
"Más allá de la historia en sí, más allá de los personajes o de que sea un formato de bajo presupuesto, normalmente el acercamiento a la esencia de la historia se hace hablando con el director o la directora sobre las emociones”.
No es una tarea fácil, “especialmente ahora que el mundo está sobresaturado de contenidos cortos que entretienen y muchos generan una emoción por morbo. Son emociones que no son construidas, sino son encontradas como en el mundo”, explica Gaona.
Efectivamente ese es uno de los efectos de la tecnología: lo efímero y las narrativas ligeras pueden eclipsar lo editorial que es donde está la verdadera esencia de los cortometrajes.
“Hay una sobrevaloración de la información light y de la exploración de lo tecnológico. Estéticamente hay una moda con los accesorios, como los estabilizadores, que han hecho que la gente crea que son herramientas fundamentales para contar una historia. Ahí es donde yo digo que lo tecnológico nos ha afectado, porque la imagen cinematográfica tiene un valor estético, plástico y narrativo por sí sola”, afirma Cantor.
Diversidad: el éxito de los cortometajes colombianos
Los avances tecnológicos también han tenido un efecto positivo en los cortometrajes, pues han permitido que los géneros se diversifiquen, tanto como las historias. Ya no solo hay cortos documentales sobre paisajes, eventos y costumbres como ocurría a finales del siglo XIX cuando llegó el cine a Colombia, ahora hay ficción, terror, fantasía y animación en relatos que nacen en todos los rincones del país.
Claudia Triana, directora general de Proimágenes, dice que resulta complicado encasillar las narrativas de los cortometrajes colombianos cuando se están haciendo más de 3.000 cortos al año en el país.
“Yo creo que hay una gran diversidad en las narrativas porque lo que pasa con el corto es que se puede arriesgar más, pues vale menos hacerlo. Hay todo tipo de historias que se están contando desde todos los géneros y también desde todas las regiones de Colombia”, añade.
Solo en el 2023 el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico premió 33 cortometrajes de relatos regionales y 4 realizados por comunidades étnicas. Estas historias se convierten en un espejo en el que los colombianos se reconocen y le muestran al mundo una parte de su realidad.
Isabel Cuadros, coordinadora de promoción en Proimágenes afirma que precisamente allí radica el éxito de los cortometrajes de Colombia.
“Se distinguen por las historias que solo se pueden ver acá, a veces muy regionales, con personajes muy de nuestra idiosincrasia, que son difíciles de ver en otros lugares del mundo y que llaman la atención en la industria internacional. Probablemente coinciden con otras cinematografías regionales en América Latina, pero son personajes muy nuestros”.
Por supuesto, en América Latina el contexto social es el que mueve las historias; no está detrás de ellas, está delante.
“Hay tantas necesidades, desigualdades, angustias e injusticias que es inevitable que tú siendo un contador de historias, hables de cosas un tanto ligeras. Si uno ve cortometrajes de países de Europa se encuentra con que están muy bien hechos, muy bien contados, pero de temas menos trascendentales”, reflexiona Gaona.
Bogoshorts 2023: un universo para experimentar
En el camino de hacer un cine que se identifique con la realidad del país, no hay que perder la mirada propositiva. Experimentar en lo extraño, lo sórdido, lo fantástico, en palabras de Frank Cantor, es el secreto de un buen cortometraje y también la oportunidad que brinda el mismo.
Para Vanessa Amaya la posibilidad de proponer también es lo más interesante del proceso creativo de un corto.
“Como el material es más pequeño, por decirlo de alguna forma, entonces tú puedes permitirte tener largas charlas con el director para experimentar en el relato, hacer una estructura diferente y ver si funciona”, afirma.
Aquí puedes conocer más sobre la mirada femenina en la industria audiovisual nacional.
Los cortometrajes son un espacio de exploración. “En este formato no hay teoría cerrada, hermética, sino que es un escenario donde tú te avientas a hacer lo que sientes”, dice Iván Gaona. Esa es la magia.
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